Clasificar mal los diferentes gastos de una empresa puede traer problemas serios. Cuando los materiales, el personal o los gastos generales no se ponen en su sitio, el costo final del producto se calcula mal y los precios se fijan de forma incorrecta. Esto puede hacer que se pierda dinero al vender más barato de lo que cuesta hacerlo, o que no se pueda competir si se pone un precio demasiado alto.
Además, si los gastos no se clasifican bien, los informes de contabilidad no serán precisos, lo que complica las decisiones de los jefes y puede causar líos con los impuestos. Por eso, es muy importante seguir al pie de la letra las normas de contabilidad cuando se calculan y se anotan los gastos, para que todo se gestione bien y de forma clara.